martes, 10 de noviembre de 2009

Análisis del Debate en Canal 13:por Matias Carrozi

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Nada de ideas, nada de propuestas... más bien la astucia de un director de televisión por mostrar la cara más ordinaria de los postulantes a La Moneda. Por Matías Carrozzi

Me equivoqué y es que finalmente el debate presidencial trasmitido por el Canal 13 fue muchísimo más entretenido de lo que pensé, el formato fue capaz de imprimirle dinamismo al asunto y ello provocó que las dos horas y tanto que duró el show televisivo pasaran volando, bueno, para mi que soy un apasionado por estos temas, porque las mediciones de audiencia demostraron que para el grueso de los teleespectadores las preferencias se quedaron más con el Conde Vrolok y 40 años de TVN, seguido de cerca por el programa 133 del Mega.

Para mi desgracia, el debate no estuvo centrado en las propuestas e ideas de los aspirantes, más bien se ajustó a la mera observación ordinaria de los candidatos a La Moneda, por lo que el director del programa estaba más pendiente en mostrar “cómo” se desenvolvían Piñera, Enríquez-Ominami, Arrate y Frei ante las preguntas del público, los entrevistadores y entre ellos mismos más que hurguetear en profundidad sobre lo “que” contestaban. Es cierto, desde el punto de vista del votante indeciso, pareciera que el Canal 13 interpretó con astucia las expectativas de este esquivo grupo de electores y sedujo con un formato que se rebeló ante los intentos de algunos por mostrarse como superdotados personajes, situación que para ellos mismos representa un descubrimiento y oportunidad interesantes a tan pocos días de la elección, ya que la intención de voto pareciera no se inclinará por conocer en detalle sus posiciones en materias, por ejemplo, de incentivos tributarios a la clase media, sino a la emocionalidad que le impriman a sus campañas.

Por eso para muchos, este debate televisado, habló más por el juego de cámaras que por sus micrófonos, dejando en evidencia que, pese a los intentos por ocultarlo, los señores son de carne y hueso y que además hablan a través de sus gestos, caras, muecas, sonrisas, miradas y silencios. Esa comunicación no verbal, a mi juicio, colocó la evaluación de desempeño en otra esfera. Por consiguiente y tal cual lo hice la vez anterior a propósito del debate de TVN, los premios y lápidas van en orden de mejor a peor cometido.

Marco Enríquez-Ominami:

Por su experiencia en el campo audiovisual y las ventajas, supongo, que dan vivir con una mujer ultra preparada para el mundo de la televisión, es que Marco logró tomar el control del debate. A ratos parecía más el moderador que el candidato. Asertivo, rápido, divertido, no dejó espacio para interpretaciones equivocas. Una muestra de este manejo escénico y control territorial es cuando Eduardo Frei intentó incomodarlo con una pregunta sobre el tono beligerante de su campaña, para lo cual MEO literalmente le “dio vuelta la tortilla” dejando en dificultades e incómodo al candidato de Gobierno.

Quizás lo único que no logró instalar en el programa fue su capacidad de ser gobierno y quienes conforman ese eventual equipo ejecutivo de ser electo Presidente.

Sebastián Piñera:

Corríjanme si me equivoco, pero creo que esta es la primera vez que lo veo y escucho sin el disco de cuñas y frases repetidas pegado a la espalda. Se lo vio relajado, arriesgado a ratos, directo, enérgico, menos maqueteado. Habló de su familia, jugó con el formato del programa, saludó a medio mundo, un Piñera más autentico que los vistos en anteriores show. Posiblemente el momento que podría ser utilizado en su contra es aquel en que estuvo a segundos de perder la compostura y es que cuando Marco Enríquez-Ominami le mostró una fotografía de una propaganda con un candidato a Senador por el Maule, Piñera le devolvió la imagen utilizando más energía de la recomendada. O visto desde otro ángulo, tanto Piñera como Enríquez-Ominami podrían aprovechar este episodio para mostrarse más espontáneos. Más creíbles en definitiva.

Ausencia del candidato: fortalecer su imagen de triunfo.

Jorge Arrate:

Acaso menos entretenido que otras veces, pero muy bien. Tranquilo, seguro, en extremo relajado. En momentos en que los demás hablaban y las cámaras paseaban mirando sus gestos, en vez de preocuparse por poner cara intelectual, se miraba las manos, dibujaba con la vista, muy honesto.

Pero para los que esperábamos más de lo que finalmente nos regaló, podríamos decir que objetivamente no brilló con la fuerza del foro de TVN. A mi juicio, debería aprovechar esa condición de “no tengo nada que perder” para impactar. Pudo ser protagonista y no quiso. Quizás el formato no lo acompañó. Veremos que tiene preparado para el de Anatel.

Eduardo Frei:

Débil. No se atrevió a jugar con el formato. No se desprendió de la mascara de ex Presidente jamás. Elevado en un pedestal juzgó con soberbia a todo el mundo. Catalogó de pura farándula el intento del Canal 13 por mostrar el lado más intimo de los postulantes. Pudiendo marcar diferencias con su principal amenaza electoral (MEO) prefirió seguir con la ley del hielo, no mirarlo, no nombrarlo, en fin, rasca desempeño de alguien que, lejos de comprender que ya no es Presidente de la República, debe competir de igual a igual con los demás. Erróneamente insiste en catalogarse como el clon de Michelle Bachelet, sin recapacitar que ella ganó las elecciones precisamente por la empatía que imprimió a su candidatura más que por la masificación de una imagen de personaje intocable y superior al resto de los mortales.

Frei debe modificar su actitud si quiere ganarle a Marco Enríquez-Ominami en primera vuelta.

Para finalizar, pareciera que la idea de ver políticos más cercanos podría dar resultados vistas las dificultades de rescatar ese voto indeciso. Las franjas que comienzan este viernes serán importantísimas y la realización de un nuevo debate por Anatel, sugiere que los candidatos tendrán un tiempo para enmendar sus errores y debilidades comunicacionales. Recordemos que ese debate amenaza con ser transmitido por todos los canales de televisión, así que la convocatoria sugiere mayor preocupación de parte de los candidatos.

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